Es importante distinguir entre la influencia social saludable y la manipulación psicológica.
La manipulación se produce cuando un individuo o grupo de individuos ejerce una toma de control del comportamiento de una persona o de un grupo, utilizando para ello técnicas de persuasión o de sugestión mental, en busca de eliminar las capacidades críticas o de autocrítica de la persona, esto es, su capacidad de juzgar o de rehusar informaciones u órdenes mentales.
Ciertos psicólogos y sociólogos estiman que se puede «influenciar con integridad» en las relaciones familiares o comerciales,1 es decir, no a expensas del otro, pero para mejorar las relaciones sociales e interpersonales (la educación y la psicología de la motivación participarían de esta categoría de manipulación).
Es importante distinguir entre la influencia social saludable y la manipulación psicológica. La influencia social saludable se produce entre la mayoría de las personas, y es parte del dar y recibir en las relaciones constructivas. En la manipulación psicológica, una persona es utilizada en beneficio de otra. El manipulador crea de forma deliberada un desequilibrio de poder y explota a la víctima para servir sus propósitos.
De cierta manera, la manipulación es muy frecuente en las sociedades, democráticas o no, en el plano profesional, conyugal o familiar porque desde que existe mentira, omisión o deformación voluntaria de la verdad, se está en presencia de tentativas de manipulación. Así, a veces se califica de manipuladoras a las personas que muestran simplemente una aptitud inhabitual para convencer, sin tener por ello objetivos malintencionados o egoístas. Algunos consideran que la publicidad es algunas veces una forma de manipulación mental.
En la manipulación psicológica, una persona es utilizada en beneficio de otra. El manipulador crea de forma deliberada un desequilibrio de poder y explota a la víctima para servir sus propósitos.
Los manipuladores recurren, ya sea con una estructura bien definida o como parte de su conducta habitual, a una serie de conductas con las que logran o pretenden lograr sus objetivos. Sin ser todas, al menos una pequeña lista de estas acciones pretenden prevenirnos para no ser presas fáciles del manipulador:
Terreno no neutral
Buscar las debilidades ajenas
Manipular los hechos reinterpretando los eventos
Abrumar con estadísticas o hechos
Abuso del conocimiento de leyes y normas establecidas
Gritar, mostrar emociones y/o actitudes negativas
Sorprender con información negativa del pasado
Plazos excesivamente cortos para decidir
Burlarse de las debilidades del otro o ser sarcástico
Juzgar y criticar para anular la respuesta
Dejar de hablar
Fingir demencia o ausencia de entendimiento
Culpar de errores, accidentes, fallas pasadas
Hacerse la víctima
Las personas manipuadoras tienen una gran dependencia de los demás pero lo ocultan. De hecho, es a partir de los demás como resuelven todo, y en su mayoría son incapaces de atender sus propias necesidades, ya sea por la excesiva cantidad de recursos que quieren obtener, ya por la falta de realismo en sus metas, ya por su falta de cualidades y habilidades personales para obtener las soluciones, bienes, o afectos que esperan obtener de los demás.
Las personas manipuladoras necesitan hacer sentir a los demás que ellos son los importantes, los que cuentan a la hora de repartir recompensas, ganancias, triunfos, logros. Y para lograrlo necesitan que los que los rodean se encarguen de proveerles lo que desean a costa de la dignidad de los demás.
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