Muchos psicólogos, terapeutas y médicos tienen dificultades para vivir de la consulta y constantemente hacen esfuerzos para tener clientes desgastándose emocionalmente. Esto se debe principalmente a 3 errores:
Cobrar la sesión a un precio menor de lo que realmente cuesta, ofrecer packs o sesiones gratuitas
No tener una estrategia clara para generar demanda
Gastar mucho tiempo y energía por teléfono con cada posible cliente/paciente
Cuando uno recién empieza cómo terapeuta esto se justifica, pero cuando ya se lleva un año haciendo terapia, para no hablar de profesionales que llevan varios años, está claro que algo falla. Así que basándome en mi experiencia cómo profesional, en mis errores, pero sobre todo, en los pasos que me han ayudado a crecer y triunfar cómo coach, te explico:
“Vivir de la consulta”
Un profesional necesita vivir de su trabajo, no subsistir. Un sueldo digno para una persona soltera con educación universitaria está alrededor de 60 mil pesos mensuales. Equivale a 2 mil pesos diarios incluyendo fines de semana. Debido a que no es un empleo sino un negocio propio, separamos los fines de semana por principio, salvo excepciones. Esto lo eleva a 3 mil pesos por día. Si el horario de trabajo es de 8 horas, y considerando que no hay una fila de personas esperando turno, y que se puede esperar de 4 a 6 consultas diarias, la consulta de una hora ha de estar entre $500.00 y $750.00 por hora, esto si se opta por trabajar por videollamada, sin incluir gastos de oficina, consultorio, etcétera. Si se alquila un consultorio u oficina por hora, ese costo ha de sumarse al de la consulta. Ejemplo: si la renta del consultorio es por hora, y es aproximadamente de 150.00 por hora, la consulta será entre $650.00 y $900.00 según la carga de clientes que se espera diariamente.
Por supuesto estos criterios son considerando que se desea que éste sea el principal ingreso económico del profesional. Los casos o excepciones donde se cobre menos deben ser solo eso: excepciones, no la norma.
Este es el gran problema de la mayoría de los profesionales que, deseando ayudar a la mayor cantidad posible de personas, se ponen tarifas muy por debajo de lo que vale el servicio, provocando lo contrario a lo que se desea: asesorías de mala calidad, mal humor, malas experiencias con los clientes morosos o abusivos en el tiempo, etcétera.
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