Cuando se emprende un negocio propio, ya sea con familiares, amistades, compañeros de trabajo o de estudios, se suelen ignorar varios temas importantes que pueden hacer que fracase y no se recupere la inversión.
Esperar tener ganancias desde el día de arranque. Esto es muy frecuente pues se sobreestima la demanda del producto o servicio ofertado y no se consideran o amortizan los gastos operativos: Renta de local, luz, agua, teléfonono, publicidad, mobiliario, inventario, etcétera.
No tener otros ingresos fijos que apalanquen mientras el negocio sale adelante y se hace autosuficiente. Esta falla de planeación ha llevado a la bancarrota a muchos negocios que prometían gran crecimiento, pero no se logró el punto de equilibrio, es decir, que al menos los gastos de operación fueran iguales que los ingresos, sin ganancia.
No tener un respaldo de al menos un año de los gastos operativos. Esto no siempre es necesario cuando se tiene un ingreso fijo de apalancamiento, pero hay que mencionarlo ya que es muy fácil caer en la tentación de "quemar las naves" y lanzarse sin salvavidas.
Desconocer el nicho de oportunidad en la zona. Es decir, aún si el producto o servicio es increíble, ignorar las necesidades o la economía de la población inmediata donde está el negocio hará que no despierte interés en los consumidores de la zona.
Falta de interés por el servicio al cliente. Este punto es el más importante, y el más ignorado. Sea el producto o servicio que sea, si el cliente no se siente atendido o si es acosado, o se percata que se trata con desdén, indiferencia o grosería, no solo se irá y no regresará, sino que le dirá a otros su experiencia alejando a otros posibles clientes.
Hay un sin fin de cosas que pueden salir bien si buscamos evitar caer en riesgos innecesarios al emprender un negocio. Y por supuesto, hay que buscar alguien que nos oriente antes, durante y después de decidir arrancar un proyecto.
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