La vida familiar comprende distintas funciones, por lo que se deben cuidar los aspectos Económico, Emocional, Social y Formativo.
"Cuando vean a un hombre sabio, piensen en igualar sus virtudes. Cuando vean un hombre desprovisto de virtud, examínense ustedes mismos" (Confucio).
El sano desarrollo de las personas en el seno familiar requiere de atender muchas realidades en forma aparentemente simultáneas. Es todo un reto ser un buen padre o madre, y la atención que cada hijo requiere nos podría impulsar a buscar el conocimiento, acompañamiento, y la asesoría de quienes saben cómo abordar cada una de las diferentes necesiades que se presentan.
Desde la más tierna infancia se ha de acompañar y apoyar a los infantes en la mayoría de sus necesidades de desarrollo y autosuficiencia. El aspecto formativo se inicia con enseñarle a contener los esfínteres (ir al baño cuando es necesario), a vestirse por sí mismo, a bañarse, por supuesto a hablar y empezar a integrarse socialmente con los demás miembros de la familiia. No obstante, muchas veces la preparación se detiene justo cuando más necesidad se tiene de prepararlo para ser una persona autosuficiente: aprender y disfrutar de lavar los trastes que usa, lavar y planchar su ropa, prepararse sus alimentos, tener limpia la pieza que ocupa para dormir, lo que incluye tener todo guardado y en orden, barrer y trapear la habítación, quitar el polvo de los muebles.
En lo emocional, este proceso necesita ser llevado con paciencia, amor, y mucha tolerancia a la frustración, evitando caer en la necesidad de reemplazarle y hacer las cosas en vez de permitir que poco poco las realice y disfrute de los logros cotidianos de tener todo limpio y en orden, de otro modo, se corre el peligro de lastimar su ego, dañar su psicología y cerrrar sus oídos y corazón a cualquier reprimenda que se le haga interrumpiendo el proceso de maduración.
Hacerle saber y sentir a los hijos que son amados, es otra tarea igual de importante. Muchas veces se da por sentado que los hijos se saben amados, y se dejan de tener las manifestaciones de amor que se le tenían de bebé: sin abrazos, besos, aplausos o reconocimientos por los logros, que en no pocos casos son reemplazados con amenazas, gritos, castigos o insultos, dañando el interior de los hijos y cerrando sus corazones y entendimiento.
El aspecto social va de la mano con los anteriores, ya que un niño que se sabe amado, es responsable de las labores personales y comienza a integrarse en los quehaceres comunes familiares, se le hace saber que es importante la cordialidad y el saludo con los vecinos, ya del edificio, de la cuadra, de los prestadores de servicios y comerciantes con los que la familia frecuentemente interactúa, para así depertar una conciencia de sociedad, de interdependencia.
Así preparado, podrá entonces ir despertando el aspecto económico, donde se le hace ver que no todos tienen la disponibilidad de atender las propias necesidades personales o familiares, y que bien podría ofrecerse a ayudar a los vecinos, a cambio de una remuneración razonable, a atender algunas de esas tareas: ir por los mandados, barrer, lavar trastes, llevar la basura al servicio de limpieza pública, etc. de tal suerte que puede encontrar en este servicio a los demás una fuente de ingresos que apalanque sus estudios y otras necesidades mientras continúa su preparación a lo que decida dedicarse en el futuro.
Cada familia es libre de elegir cómo educar a sus integreantes, pero no todo conviene. Despertar el gusto por participar en las labores domésticas y desarrollar las capacidades para hacerlo, es una labor que sólo a través del amor se puede lograr.
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